
Un miembro de la Guardia Nacional de servicio en la frontera entre Texas y México en El Paso disparó a través del Río Grande, hiriendo a un mexicano de 37 años en Ciudad Juárez, la noche del sábado 26 de agosto.
Darwin José García resultó herido cuando la bala entró por la pierna derecha mientras hacía ejercicio a orillas del Río Grande. Según los informes, el hombre fue atendido en un hospital local y después fue dado de alta.
Pero aquí la pregunta que me hago es ¿y si la situación fuera al revés? ¿Y si fuera un soldado mexicano quien disparara su arma reglamentaria hacia Estados Unidos e hiriera a un civil? ¿Cuál sería la respuesta de los funcionarios estadounidenses?
La respuesta a esa pregunta ya la conocemos porque ya existe un peligroso patrioterismo que satura los noticieros pidiendo intervenciones militares. Sin que hayan ocurrido incidentes en donde soldados mexicanos hayan disparado a civiles en los Estados Unidos, los llamamientos para una acción militar unilateral e incluso un bombardeo a México son fuertes.
Todos los principales contendientes para la candidatura presidencial republicana ya están pidiendo fuerza militar contra los cárteles del crimen organizado y la migración, amenazando la soberanía de México.
Durante el primer debate republicano que ocurrió el 23 de agosto, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, prometió que eliminaría los laboratorios de fentanilo y operaciones de cárteles “en un día” con una respuesta militar.
La exgobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley, también ha amenazado con utilizar el poder militar contra México, diciendo: “¿Sabes lo que le dices al presidente mexicano? ‘O lo haces tú o lo hacemos nosotros’”.
Por su parte, el empresario y activista conservador Vivek Ramaswamy dijo en una entrevista que en los primeros seis meses como presidente, él justificaría el uso de fuerza militar para diezmar a los cárteles, “al estilo de Osama Bin Ladin”.
Normalizando la peligrosa retórica de una intervención militar contra México se debe a que el expresidente Donald Trump, el favorito del Partido Republicano, ha establecido esto como un tema de conversación estándar que otros repiten como loros sin apreciar las peligrosas consecuencias. Hasta ha solicitado planes de batalla, y al menos un influyente grupo de expertos conservador está vendiendo esta nefasta idea a los políticos deseosos de entablar una guerra con nuestros vecinos del sur.
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