Niños y adolescentes en Ecuador, en zonas consideradas de alta peligrosidad, son reclutados por los Grupos de Delincuencia Organizada (GDO).
La ausencia total o parcial del Estado es una de las principales causas identificadas en el estudio Doble criminalización en cantones de “alta peligrosidad” en Ecuador: un análisis in situ.
Apenas el 4 de junio de 2024, Ángel Menéndez, alias ‘Cara Sucia’, fue asesinado en Chone. Él se volvió uno de los sicarios más temidos en Manabí y perdió la vida en Chone. El adolescente empezó en la vida delincuencial a los 13 años.
El Estado y la responsabilidad con los niños en los GDO
El estudio se desarrolló durante seis meses, entre el 2023 y este 2024. En este tiempo, se constató que, en zonas consideradas críticas en temas de inseguridad, como Los Ríos, Guayas, Esmeraldas y Manabí, la pobreza extrema y la violencia son la palestra para el reclutamiento de niños y adolescentes.
La falta de servicios básicos y fallas en el uso del espacio público se suman a los factores que los menores tienen en contra.
Katherine Herrera Aguilar, autora del análisis y consultora política en seguridad pública, enfatiza que el Estado, justamente, a pesar de no garantizar los derechos de los menores, es el primero en criminalizarlos.
Datos críticos sobre niños y adolescentes reclutados
El estudio recoge cifras de la Dirección Nacional de Delitos Contra la Vida, Muertes Violentas, Desapariciones, Extorsión y Secuestros (Dinased). Estas dan cuenta de que cerca de 248 menores de hasta 19 años fueron asesinados en 2023. En el 2022, la cifra ascendió a 289 y en el 2020, 98.
Guayaquil y Durán fueron los cantones con mayor número de casos. La Unicef, por su parte, reportó que fueron 770 los homicidios de niños y adolescentes en 2023.
Como parte del trabajo de campo, los líderes barriales dieron sus testimonios y aseguraron tener un sobrino, vecino o conocido menor de edad que participa en alguna actividad ilegal.
¿Cuál es la dinámica?
Menores entre los 13 y 16 años son captados a cambio de dinero. La investigación reveló que reciben unos 4 000 dólares por trimestre, en los que se incluye vivienda y alimentación.
Las casas funcionan como lugares de venta y acopio de la droga y de logística para las operaciones de extorsión, secuestros y asaltos.
Según los dirigentes barriales consultados, no hay presencia del Estado. Como mencionaron, sin escuelas, sin servicios básicos, alcantarillado, los jóvenes no encuentran trabajo formal y optan por la informalidad o ingresar a los GDO.
Aunque el delito genera una actividad que reemplaza a un empleo para los jóvenes y, en principio, mejora sus condiciones de vida y la de sus familias, las ganancias no se quedan en esos cantones. De hecho, se van a otras provincias, para financiar grandes tiendas, gasolineras, restaurantes y proyectos residenciales.
Otras repercusiones que experimentan los menores
Cuando los niños y jóvenes se unen a los GDO no solo son parte del delito, sino que experimentan una ruptura con su núcleo familiar. Aun así, este está ya disperso.
En el proceso, la lealtad a los GDO se vuelve una prioridad. Esto desencadena un desapego emocional.
Los niños y adolescentes reclutados reciben entrenamiento en manejo de armas y tácticas de violencia.
Ellos escuchan un mensaje fijo: el enemigo es el Estado, los policías y militares. Generalmente, dejan las instituciones educativas y sus familias.
Más violencia y menos códigos
Las personas entrevistadas como parte del estudio realizado por Katherine Herrera Aguilar, los GDO son extremadamente violentos y se han vuelto más “sanguinarios”.
Se dice que habrían olvidado códigos o reglas que manejaban años atrás, como no reclutar a menores de 12 años. Actualmente, estos lineamientos se ignoran, ya que, a medida que aumenta la demanda del tráfico de sustancias o de cualquier otro delito, se requiere más mano de obra.
No obstante, dice Herrera Aguilar, no se trata a que ellos ya entienden lo que hacen o que son conscientes de las actividades que están realizando.
Al igual que en cualquier otro niño, hay una construcción en su educación. Solo que en lugar de ir a la escuela o a jugar fútbol, ellos roban o cometen otros delitos.
El proceso
Algunos niños empiezan como campaneros (alertan y están pendientes de lo que ocurre en el territorio de la banda). Luego sigue la entrega de droga y deben pasar por ciertas misiones.
Eso sí, no hay una edad específica a la que empiezan a usar armas y a matar. Eso ya depende de cada GDO.
Los niños reclutados viven en lugares estratégicos para el crimen organizado, entre ellos, asentamientos irregulares. Sitios propicios para el narcotráfico, trata personas, incluso, tráfico de armas. ¿Por qué?, justamente, destaca la Consultora, por la falta de presencia del Estado.
En Guayaquil, por ejemplo, uno de los nichos está en Nueva Prosperina y en la denominada Entrada de la 8.
Antecedentes de los Grupos de Delincuencia Organizada
En Ecuador, al menos hasta finales del siglo XX, se tenía noticias de dos bandas criminales, Queseros y Choneros. Más adelante, desde el 2010, surgen los Águilas, Fatales, AK-47, Chone Killers, Lobos y Tiguerones.
Ya para la década de 2020, empiezan a ganar espacio los Chanitos, Loco Oviedo, Chumados, Gánster Viejos, entre otros. ‘Cara Sucia’ era parte de Los Cornejos y llevaba el distintivo tatuado en su pecho.
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