La madre de Rick, Roxana Ramos, denuncia la omisión de las autoridades educativas y la falta de acción ante las constantes agresiones que su hijo padecía.

Un nuevo caso de violencia escolar y homofobia sacude a Ecuador. Rick, un joven de 16 años, se quitó la vida el 1 de febrero tras sufrir acoso en un colegio fiscal de Guayaquil. El caso ha sido revelado por el medio digital Edición Cientonce, periodismo para la diversidad y actualmente es investigado por la Fiscalía.

«Mi hijo era un joven sin maldad»

Rick era un adolescente alegre y solidario, según recuerda su madre. «Siempre me preguntaba: ‘Máma, ¿estás bien? ¿Te duele algo?’. Me sentía muy orgullosa de él», relata Roxana Ramos, quien hoy busca justicia.

Pero su vida cambió cuando ingresó al colegio fiscal. «Al principio me contaba todo, hasta que se dio cuenta de que cada vez que yo iba a reclamar, las cosas empeoraban», explica.

El bullying que sufría incluía insultos homofóbicos, exclusión en actividades escolares, violencia física y humillaciones en público. Profesores y autoridades presenciaron varias de estas agresiones, pero no intervinieron, según Ramos.

«Un día le lanzaron un baldazo de agua en una fiesta de carnaval sin que él participara, le daban pelotazos en el recreo. Nadie hizo nada», denuncia su madre.

Falta de acción del colegio y el Ministerio de Educación

Aunque el establecimiento educativo niega que se haya informado sobre el acoso escolar que sufría Rick y asegura que el DECE no cuenta con ningún reporte, Roxana relata que intentó activar protocolos de protección, pero sus pedidos fueron ignorados por las autoridades del establecimiento educativo, pese a que acudió en cinco ocasiones a la unidad educativa.

«Fui donde la tutora, al DECE, incluso expuse la situación en una reunión de padres. Me dijeron que no podían hacer nada», afirma.
Tras la muerte de Rick, la institución negó la existencia de bullying homofóbico.

«Mi hijo dejó audios donde hablaba del maltrato de sus profesores. La docente de matemáticas lo llamaba homosexual en clase, lo excluía y le bajaba las notas sin razón», sostiene la madre.
La profesora fue suspendida el 16 de febrero, dos semanas después del fallecimiento de Rick. Sin embargo, la tutora y otras autoridades del plantel no han sido sancionadas.

El Ministerio de Educación considera que estas medidas son suficientes mientras se lleva a cabo la investigación y asegura que se están tomando todas las medidas necesarias para esclarecer los hechos.

«Solo van en contra de una profesora. Los compañeros que lo acosaban también siguen impunes», denuncia Roxana Ramos.
Investigación en curso y posibles delitos

La Fiscalía inició de oficio una investigación por la muerte de Rick y analiza los hechos que rodearon su suicidio. La defensa legal de la familia sostiene que existen elementos suficientes para configurar delitos como odio, hostigamiento e incluso instigación al suicidio.

La abogada Soledad Angus, quien acompaña a Roxana Ramos en este proceso, advierte que hubo motivaciones explícitas detrás de la muerte del adolescente.

«No puede quedarse simplemente como un suicidio. La Fiscalía debe investigar a fondo todas las responsabilidades», señaló.

La violencia homofóbica mata

Pablo Andrés Espinosa Gárate, psicólogo clínico, jurídico y forense, advierte que la adolescencia es una de las etapas más complejas del desarrollo humano por los profundos cambios biológicos, psicológicos y sociales que implica. En este proceso de construcción de identidad y búsqueda de pertenencia, los adolescentes enfrentan desafíos que se agravan cuando su orientación sexual o identidad de género no encajan en los patrones heteronormativos.

“Esto los expone a mayores riesgos de discriminación, exclusión y afectaciones en su bienestar psicológico”, sostiene el experto. Y en el caso de Rick, estos factores se hicieron evidentes.
Espinosa destaca que Rick contaba con un elemento protector fundamental: el apoyo incondicional de su madre.

“La familia es la primera red de contención emocional en el desarrollo juvenil, y en este caso, él la tenía. Eso nos lleva a reflexionar con mayor gravedad sobre la magnitud del impacto que tuvo el entorno escolar en su decisión final”.
El psicólogo enfatiza que más allá del bullying de sus compañeros, el daño más grave provino de la discriminación ejercida por un adulto: una profesora.

“Desde la perspectiva psicológica, la adolescencia es una etapa donde los jóvenes esperan guía y respaldo de los adultos que los rodean. Cuando lo que reciben es rechazo, maltrato o humillación por parte de esas figuras, las consecuencias son devastadoras”.
Lo más alarmante, según el experto, es que Rick tenía una base sólida de apoyo familiar.

«Eso nos obliga a preguntarnos qué pasa con aquellos adolescentes que ni siquiera cuentan con esa contención en casa. ¿Qué pasa con los chicos y chicas LGBTIQ+ que son rechazados por sus propias familias y que además enfrentan la violencia en la escuela?», cuestiona.
Desde su experiencia como perito forense, Espinosa es claro al señalar la responsabilidad directa del sistema educativo y del Departamento de Consejería Estudiantil (DECE) si se confirma que Rick acudió a pedir ayuda y no se activaron los protocolos.

Espinosa señala que la discriminación por orientación sexual es un tipo de violencia estructural que sigue sin ser atendida adecuadamente en Ecuador.

Un antecedente que sienta un precedente

El caso de Rick recuerda a lo ocurrido en el Colegio Mejía, en Quito. Johana Balladares, estudiante de la banda de paz, se quitó la vida tras sufrir acoso escolar. Casi un año después, hubo una sentencia por delito de odio y se abrió una investigación penal y administrativa contra los directivos del plantel por omisión.

Estos casos evidencian una preocupante realidad: la negligencia de las instituciones educativas frente a la violencia escolar y el bullying.

«Nadie me va a devolver a mi hijo, pero quiero que esto no vuelva a pasar. Que los responsables paguen y que las autoridades dejen de ignorar la violencia que está matando a nuestros niños y jóvenes», clama Roxana.
RP

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