“Queremos llegar a la montaña más alta del mundo, el Everest, y en algún momento lo vamos a lograr”. El reto es complicado, pero las mujeres indígenas bolivianas que pronuncian estas palabras, Elena Quispe y Cecilia Llusco, ya han demostrado en muchas ocasiones que son capaces de conseguir lo que parecía imposible. Ellas son dos de las cinco cholitas escaladoras que no dudaron en ponerse los crampones bajo sus tradicionales faldas de colores para subir a varias montañas de América Latina, entre ellas la más alta de esa región, la Aconcagua, una historia que fue plasmada en el documental Cholitas, dirigido por Jaime Murciego y Pablo Iraburu.
Ambas mujeres se encuentran en España, donde recorrerán 11 ciudades hasta este 22 de mayo, en una visita promovida por las ONG Entreculturas, Alboan y Oxfam Intermón para presentar la película y compartir su inspiradora historia. Y es que aunque ya habían escalado otras montañas en Bolivia, subir a la Aconcagua, asegura Elena, marcó un antes y un después en su vida. “Cuando filmamos la película era la primera vez que salíamos de Bolivia, la primera vez que estábamos lejos de nuestras familias y fue una experiencia increíble. A mí realmente me cambió la vida, porque era una persona muy tímida y miedosa, y al tener que estar frente a la cámara todos los días, vi que todos éramos iguales y que no debía tener miedo, que tenía que superarlo y valorar lo que estaba haciendo”, cuenta orgullosa a Infobae España.
Con la escalada también han demostrado que las mujeres “no tienen que estar siempre lavando, cocinando o cuidando a los hijos, sino que pueden hacer las mismas actividades que los hombres”. “Hemos roto barreras”, dice convencida Cecilia, quien durante mucho tiempo se encargó de cocinar para otros escaladores y cargar sus mochilas. De hecho, estas mujeres ejercían habitualmente de guías y porteadoras en las rutas hasta los campamentos altos y de ellas dependía el buen funcionamiento de los campos base, pero cuando llegaba el momento de ascender a la montaña, los hombres prescindían de ellas. Por eso decidieron plantarse y en 2015 crearon el grupo de las cholitas escaladoras.
Las escaladoras bolivianas Elena Quispe (izquierda) y Cecilia Llusco en Madrid
En lugar de utilizar la típica ropa de escalada, estas mujeres de etnia aimara decidieron vestir sus voluminosas y coloridas faldas (polleras) para coronar las cimas de las montañas como símbolo de identidad y para luchar contra la discriminación que históricamente ha sufrido la población indígena en Bolivia, fundamentalmente las mujeres. De hecho, el término “chola” — o el diminutivo cholita — se ha utilizado durante mucho tiempo de manera peyorativa para referirse a las mujeres indígenas, campesinas que han emigrado a las ciudades a las que en muchas ocasiones se les ha considerado inferiores. Es más, se les negaba incluso la entrada en ciertos restaurantes, en el transporte público o eran “ignoradas cuando necesitaban realizar un trámite administrativo”.


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